miércoles, 16 de enero de 2013

Elogia EE.UU. el “Big Bang” de Franco Lippi

Franco Lippi presentó en Washington su exposición «BIg Bang», y la crítica comparó sus «espesuras» con las de Jackson Pollock.
Ni en sus sueños más optimistas al pintor Franco Lippi se le habría ocurrido que un crítico norteamericano escribiría que sus trabajos «recuerdan un poco la espesura de Jackson Pollock, creaciones abstractas, llenas de júbilo, así como acrílicos agonizantes». Sin embargo, es lo que hace poco hizo Gary Tischler en «The Washington Diplomat» al referirse a la exposición que el artista argentino realiza en la embajada argentina en Whashington. No conforme con eso, Tischler describió a la exposición «Big Bang» como «una serie de pinturas que parecen sondear algún otro universo -ausente de los planetas y las lunas-, pero lleno de las heridas y los triunfos del corazón humano y sus pasiones». De regreso en Buenos Aires, dialogamos con él sobre esta muestra que realiza hasta fin de enero en la capital norteamericana y sobre otros aspectos de su carrera.

Periodista: ¿Usted siente que su obra tiene alguna relación con la de Pollock?

Franco Lippi: No, para nada. Le dije al crítico que era un honor que él pensara así, pero no puedo decir que fui inspirado por él. Me encanta su trabajo, pero yo no trabajo como él.

P.: ¿Cómo se organizó su muestra en Estados Unidos?

F.L.: A mediados de 2011, el jefe de curadores de la Embajada Argentina, Carlos Ratinoff, vio mi exposición «Revelaciones», en el Museo Eduardo Sívori. Hablamos, después vino a mi taller para ver más obras y surgió su intención de que expusiera en Washington. Al año me invitaron y aquí estamos.

P.: ¿Por qué se llama «Big Bang» su exposición?

F.L.: El «Big Bang» es, para la ciencia, el comienzo del Universo y de su continua expansión. De una pelotita como las de golf salió todo. Esa es la historia del Universo Global, con mayúsculas. Pero cada uno de nosotros tiene su propio «universo», que es mucho más pequeño, pero es el que nos da identidad. Para alguno, este microuniverso es desconocido, pero para el artista, que está alerta y se pasa la vida explorando, ese pequeño mundo nutre sus obras.

P.: Hablando de su pintura, algunos críticos dicen que es «la representación del caos». ¿También lo siente así?

F.L.: Yo no tengo la culpa de que el mundo sea caótico o de que yo sea especialmente receptivo a las manifestaciones dramáticas e irracionales de un mundo sin sentido.

P.: Cuando empieza un cuadro, ¿sabe desde el comienzo adónde quiere llegar?

F.L.: No exactamente. Si me pasara eso estaría haciendo un proceso absolutamente racional. Y yo adoro la sensualidad del riesgo. Cuando pinto gozo con la relación que tengo con la tela o con la lija. Es un diálogo muy profundo el que entablo con ella. Y, obviamente, trato de dejarla satisfecha.

P.: ¿Cómo se lo ocurrió pintar sobre papel de lija?

F.L.: Trabajo con mucha materia sobre la tela, usaba incluso cemento. Y en esa búsqueda de un soporte distinto probé con lija, que me ha dado excelentes resultados. La lija no es plana, no es lisa, no se entrega tan fácilmente al tacto (al tacto del ojo, naturalmente). Hay que hacer un esfuerzo y luego dejar que, orientada, haga su trabajo. Cuando uso lija como soporte, ambos trabajamos juntos y yo gozo con las sorpresas con que me encuentro.

P.: ¿Usted diría que cuando pinta es racional o irracional?

F.L.: El cerebro tiene dos hemisferios: uno lógico y el otro no. El lógico trabaja con la razón, cuanto más estricta, mejor. El ilógico trabaja con la intuición, es decir con la libertad de la imaginación. Y se usan esos dos caminos, como se usan las dos manos, o los dos ojos o los dos pies. El hombre sigue siendo uno mismo.

P.: ¿Hace mucho que pinta?

F.L.: Digo que empecé desde chico y a raíz de un hecho muy circunstancial y traumático. Mis padres eran italianos que vinieron a la Argentina huyendo de la tercera guerra que se suponía que estallaba en cualquier momento. Por supuesto que en mi familia se hablaba el italiano. Cuando me llego la edad de ir a la escuela pública, yo no sabía nada de español y la comunicación con lo otros me resultó muy dificultosa. De allí que pasara mucho tiempo en el vacío, porque no me podía levantar e irme. Así que evadía de mis angustias con la tinta y el secante. Allí comencé con mis formas abstractas que aún me acompañan, potenciadas, como puede verse en parte de la exposición.

Cuando no estaba la escuela, Lippi continuaba su relación con el arte acompañando a su padre, fotógrafo, a buscar lugares y temas urbanos para plasmarlos en imágenes. Después, estudió en los talleres de Susana Monje, Enrique Aguirrezabala, Raúl Ponce y Jesús Marco y participó en el taller de análisis de obras de Luis Felipe Noé. Realizó exposiciones individuales en los museos Eduardo Sívori y MACLA, de La Plata, Centro Cultual Borges, Fundación Konex y en instituciones de Santa Fe, Tandil, San Juan, Mar del Plata y otras ciudades del país y del exterior. En 2010 obtuvo el primer premio en el Salón de Mayo del Museo Rosa Galisteo de Santa Fe, distinción que recibieron, Spilimbergo, Fader, Berni, Petorutti, Fontana y Soldi, entre otros. http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=671173



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